El impacto ambiental de la producción pecuaria ha sido un tema de creciente interés en las últimas décadas, especialmente en lo que respecta a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). En este contexto, la huella de carbono se ha convertido en una herramienta fundamental para medir y mitigar el impacto ambiental de diversas actividades productivas, incluyendo la industria porcina. Este artículo explora el concepto de huella de carbono, cómo se aplica al sector porcino y las estrategias disponibles para su reducción.
¿Qué es la Huella de Carbono?
La huella de carbono es un indicador ambiental que mide la cantidad total de emisiones de GEI generadas directa o indirectamente por una actividad, producto o servicio. Se expresa en toneladas de CO2 equivalente (CO2e) e incluye emisiones de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxidos de nitrógeno (N2O), entre otros gases. En el caso de la producción pecuaria, la huella de carbono abarca desde la producción de insumos hasta el procesamiento y comercialización de la carne. Las emisiones provienen de diversas fuentes, como la fermentación entérica, la gestión del estiércol, el uso de fertilizantes y la producción de piensos.