Una revolución silenciosa en la forma de obtener minerales críticos está en marcha. Ya no se trata de excavar montañas, sino de reaprovechar residuos con la ayuda de microbios.
¿Qué tienen en común un viejo celular, una laptop rota y un tablero electrónico descartado? Mucho más de lo que parece. Todos son verdaderas minas urbanas, cargadas de metales valiosos que podrían sostener la transición energética, la industria tecnológica e incluso la defensa nacional. Pero lo que hasta hace poco era basura tecnológica, hoy es la materia prima de una revolución silenciosa: la biominería urbana.