A pesar de los avances tecnológicos en el manejo del enmalezamiento, las malezas han demostrado una notable persistencia, lo que ha dado lugar a nuevos desafíos. Entre estos se destacan la aparición de especies de difícil control, la evolución de biotipos resistentes, la reducción de la biodiversidad y la contaminación ambiental. Existe consenso en que, para diseñar esquemas de manejo de malezas racionales, efectivos y sustentables, es fundamental: (i) identificar las especies que conforman la comunidad en sus distintos estados—semilla, plántu-la y adulto—, (ii) comprender su ecofisiología, especialmente los procesos claves que regulan el enmalezamiento—como el establecimiento, la competencia y la dispersión—, y (iii) conocer las herramientas disponibles para su control, ya sean culturales, químicas, físicas o biológicas.