Lamentable. Lamentable. Lamentable… lo sucedido en la ciudad de Bahía Blanca (334.000 habitantes) y sus alrededores. Una tormenta inusual el viernes 7 de marzo causó daños materiales importantes y produjo 19 muertes, miles de evacuados y algunos desaparecidos.
Debemos graficar y señalar el evento como la imprevisión política para realizar obras que eran necesarias y no se concretaron. La realidad mostró una vez más los frutos de la desidia de una clase dirigente más preocupada en sus cargos que estar al servicio de los ciudadanos. Las víctimas y daños son sinónimo del fracaso colectivo de todo color y partido.
Una lluvia persistente y de gran volumen (300 mm) en poco tiempo (equivalente a la media anual) siempre es posible causante de anegamientos y asolamiento que produce el agua en su acumulación y evacuación. Máxime cuando no se tiene la previsión de canalizar esos excesos de agua con obras hidráulicas que faciliten y ayuden a un escurrimiento natural o su retención en dique controlado.
La obra pública y la política han sido motivo de numerosas denuncias por la facilidad que los procedimientos permiten al desvío de fondos, con juicios de mucho tiempo y sin sentencia. Las consecuencias se ven palpables en desgracias como ocurrió en Bahía Blanca.
Un pueblo solidario es la contracara. Ayuda voluntaria de todos los rincones, que muestran la necesidad de participación de los argentinos, en hechos que pueden llegar a unirnos sin que por dicho motivo cambien las causas que originan esas calamidades. Esto sucede particularmente cuando ocurren en poblaciones, no así en el campo; hay entre anegadas e inundadas actualmente unas 2 millones de hectáreas en la misma provincia de Buenos Aires. Con dificultades para realizar tareas agrícolas, mover animales, transitar caminos, etc. Los excesos de agua manejables se los debe controlar donde cae el agua, el almacenamiento y retraso son las claves, aún en ambientes urbanos.
El ingeniero civil Juan Carlos Scheffer especializado en hidráulica, docente y ex director-decano del departamento de Ingeniería de la Universidad Nacional del Sur, con relación a las obras de la zona, señala que después de la inundación de 1933 expertos sugirieron rectificar y limpiar el arroyo natural Napostá para que alcance una capacidad de 120m3/seg, y construir un canal artificial (Maldonado) con un cauce de 180m3/seg de capacidad. La cuenca descargaría 300 m3/seg. Después de la crecida de 1944 que no se tuvo en cuenta, en 1979 se entubó una parte del Napostá lo que limitó para siempre su cauce a 40m3/seg, desperdiciando el potencial de 120 m3/seg estimado en 1933. Ambos atraviesan Bahía Blanca desembocando uno en el sureste y el segundo, en el oeste. Otras obras aguas arriba tampoco se realizaron. Lluvias caudalosas y vientos que impiden la salida al mar contribuyen a agravar la situación. Esta es la realidad de Bahía Blanca y sus alrededores que merece una atención prioritaria y soluciones para atenuar eventos futuros.
El CADIA publicó en 2017 el libro “Inundaciones y manejo de cuencas” (ISBN, 9789871922222) y en el capítulo “Las inundaciones en la provincia de Buenos Aires y sus ciudades” el ingeniero Eugenio Corradini su autor (fue vicepresidente del CADIA) resume lo que hay que plantear entre otras consideraciones sobre infraestructuras azules y verdes, y políticas de contingencia:
- La atenuación de los escurrimientos de aguas vía forestación y manejo adecuado de los suelos agropecuarios (proyectos silvopastoriles).
- Ídem para las plantas urbanas y semi-urbanas.
- La canalización y ampliación de los sistemas de desagüe y de retención de aguas donde las lluvias se producen.
- La limpieza de las ciudades y adecuación de los códigos de edificación (estacionamientos limitados en la vía pública; desarrollar reservorios de agua para su reempleo, parquización).
- La creación de un organismo rector que nuclee a las instituciones que deben intervenir en este tipo de riesgos y un sistema de alertas temprana.
- Profundización de lagunas y esteros.
- Analizar la factibilidad de concretar obras de canalización navegables.
La obra ya sea pública (donde no hay otra opción), privada (cuando ello es posible) o mixta (de complementación), es imprescindible para el destino de la Argentina. Procurar que los asentamientos comunitarios no se realicen en zonas con peligro de inundaciones, y el ordenamiento territorial racional significa PLANIFICACIÓN. Lo contrario es continuar con la improvisación y esperar de la solidaridad como solución atenuante.

CABA 20 MARZO 2025
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