CAMBIO CLIMÁTICO – APRENDAMOS A CAMBIAR

“Existe consenso que de las cuatro grandes tendencias que caracterizarán los desafíos del presente milenio, a saber: 1) el incremento incesante de la urbanización. 2) el aumento demográfico que puede poner en riesgo la seguridad y la sustentabilidad de la producción. 3) la intensificación del proceso de globalización, y 4) el cambio climático, es este último el desafío más importante e inmediato que debe enfrentar la humanidad”.(César Rebella, en Inundaciones y manejo de cuencas, CADIA).

Tenemos un problema, vociferar, ocultarlo y negarlo no va a cambiar nada. El Planeta TIERRA es nuestra única casa. Por el momento no hay plan B. El planeta necesita, con carácter de urgente, acciones inmediatas y eficaces para mitigar las consecuencias del cambio climático. La inacción compromete el presente y el futuro de la vida. En los últimos tiempos el agravamiento de incendios, inundaciones, temperaturas extremas y forzosas situaciones en diferentes par- tes, ensombrecen el panorama. La ocurrencia de desastres naturales incontrolables afecta a todo el planeta. La muestra es tan solo un botón de lo que puede ocurrir.

El cambio climático no es un fenómeno nuevo ni desconocido. Sin embargo, el aumento de la producción de gases de efecto invernadero que son emitidos a la atmósfera empeora la escena. Este incremento está ligado al crecimiento industrial, de consumo y de población que ha sufrido la Tierra en el último siglo.

Con relación al calentamiento: el planeta alcanzó un nivel de 1,5 ºC por encima del registrado en el período preindustrial (que podría alcanzar a 2,5 ºC en este siglo o algo más).

En el ámbito científico-académico, el origen causal del incremento de la temperatura terrestre es hoy todavía de controversias. Una corriente de investigadores, si bien minoritaria, no comparte la hipótesis que sostiene que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) son los responsables del aumento de la temperatura terrestre y priorizan la influencia de fuerzas o factores naturales sobre la evolución de la temperatura terrestre (por ej. variaciones de la actividad solar). Por el contrario, otra corriente científica hoy mayoritaria, adhiere a la hipótesis sobre la influencia determinante de las emisiones de GEI sobre el incremento del efecto invernadero de la atmósfera terrestre y su consecuente incidencia sobre la temperatura terrestre. (Rebella, op. cit)

Un trabajo de la ONU, titulado “Agua y Cambio Climático”, afirma que el cambio climático es, principalmente, una crisis del agua. Su impacto se siente a través del agravamiento de las inundaciones, el aumento del nivel del mar, la reducción de los campos de hielo, los incendios forestales y las sequías.

Hay nueve parámetros que los científicos sopesan para establecer la resistencia de nuestro planeta frente a los vaivenes climáticos. Un estudio publicado en Science Advances sostiene que la Tierra ha transgredido seis de esos parámetros (agotamiento del agua dulce, cambio climático, deforestación, pérdida de biodiversidad, químicos sintéticos y uso de nitrógeno). Solamente uno de los indicadores para la vida humana y demás seres del planeta está a salvo: el ozono (con estrictas regulaciones desde la década del 80). Los dos parámetros restantes (acidificación de los océanos y polución atmosférica) están llegando a sus límites en distintas regiones.

La ruptura de los equilibrios naturales en beneficio de la prosperidad de ciudades y personas trajo como consecuencia la inestabilidad futura en todos los sentidos haciendo que la vulnerabilidad llegue también a las sociedades más ricas que se creían ajenas a estas situaciones. El aumento constante de la población contribuye a agravar la situación, por la apropiación de recursos, uso del suelo, y necesidades que hacen al nivel de vida y servicios.

Cumbre climática

El Acuerdo de París es un compromiso de todas las naciones para reducir las emisiones de dióxido de carbono. Esto incluye el consumo de petróleo, utilización de nuevas formas de energía más limpias y no contaminantes, una agricultura regenerativa y el consenso de una Agenda de Cooperación Ambiental del siglo XXI y no la nefasta confrontación del siglo XX. El crecimiento incluye a todos, pero los países de mayor participación (China, EE.UU., entre otros) en el calentamiento global con sus economías más contaminantes tienen que asumir su mayor responsabilidad. Es hora de reducir la burocracia de las instituciones nacionales e inter- nacionales y ponerse a consensuar políticas y acciones amigables para cambiar los problemas que enfrentamos.

La Argentina retiró su delegación de la cumbre climática COP29 de la ONU en noviembre de 2024. En el inicio de la cumbre, la Argentina ya había expuesto por escrito una postura difícil de consensuar: “El sistema climático no debe convertirse en la imposición de reglas y compromisos de todos los países por igual, esto va en contra de los principios fundamentales de la Convención Marco y de su Acuerdo de París”.

La falta de diálogo entre posiciones ideológicas genera una peligrosa parálisis (“yo tengo razón y ustedes no”). Trabajar en forma mancomunada permitirá encontrar un equilibrio duradero con el mundo natural. A la parálisis de no actuar debería oponerse el comenzar en conjunto con una nueva historia. También cambiar el significado y uso de algunas palabras: “bien” y “mal” por “mejor” y “peor” a las que casi nadie podría oponerse por su significado englobante.

Después de la COP29 (veintinueve reuniones anuales sobre el cambio climático) es hora de gastar menos en reuniones y movilización de miles de funcionarios de distintos países y actuar con acciones para modificar la tendencia que se está manifestando en la realidad. Salvo los acuerdos globales de Kioto (1997) y París (2015) las COP han funcionado como plataformas de

un diálogo global y como punto de presión para que los gobiernos actúen. Los resultados no han sido muy alentadores.

Un informe presentado a la Comisión Europea (CE) recomienda duplicar los fondos de la Política Agrícola Común (PAC) que ascendieron a 387.000 millones de euros en 2023… El documento de Bruselas reconoce que la crisis de la agricultura europea tiene un carácter sistémico integral, que abarca todos los niveles –económicos, sociales, y ambientales– creados por la política agrícola común (PAC) en 1962 por iniciativa de Francia… Los agricultores europeos no pagan impuestos directos por sus actividades agroalimentarias, al tiempo que ejercen un veto efectivo sobre todas aquellas políticas que rechazan (como es el caso del acuerdo UE/Merco- sur) y todo esto sucede al tiempo que alejan definitivamente el cumplimiento de los objetivos ambientales que supuestamente legitiman su acción… En el centro de este sistema antiambiental está Francia, que es el núcleo intelectual, del proteccionismo agrícola de Europa; y todo esto sucede tratando de fijar la atención internacional en el proceso de quema de árboles en el Amazonas y otras regiones de Sudamérica. (Jorge Castro)

Aprendamos a cambiar

Después de milenios de expansión hay evidencia suficiente para confirmar que la superficie dedicada a la producción de alimentos, incluyendo forrajes y granos, ha llegado a su máxima expresión en el planeta Tierra y desde hace unos pocos años comienza a declinar lentamente (OurWorldinData, Universidad de Oxford).

Existe una necesidad más que evidente que el crecimiento de la agricultura y ganadería debe hacerse a expensas de una mayor producción por unidad de superficie y la utilización de recursos que sean mejor aprovechados. Esto ocurre en la producción de cerdos y la avicultura que utilizan granos en su alimentación (mejor índice de transformación). En la ganadería volver a sistemas de producción semi intensivos con pastoreo racional es la mejor solución para eficientizar la condición de rumiantes transformadores de masa vegetal en kilos de carne o leche manteniendo la fertilidad de los suelos. Un cambio de paradigma que consiste en aumentar la producción sin considerar necesariamente la expansión de la superficie utilizada. Prácticas agronómicas como la siembra directa, agricultura regenerativa, cultivos de cobertura y acompañantes, rotaciones, complementación agricultura-ganadería, mejora genética animal y vegetal, son entre otras, tecnología disponibles y adaptables, principalmente de probado uso en la conservación de los recursos.

“El 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero vienen de los combustibles fósiles, pero la gente habla del campo. El grado de sofisticación para derivar la atención de los combustibles fósiles es enorme”. Walter Baethgen, del Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad (IRI). (AgroPunta, feb.2025).

Nuestro objetivo debe ser aprovechar las fortalezas de todas las tecnologías verdes que están siendo desarrolladas para contar con una estrategia integral contra las emisiones. Si no lo logramos, los costos de nuestra inacción serán estratosféricos. Millones de vidas están en

Juego y la prosperidad y estabilidad de la especie humana. Aquí no caben medias tintas. (M. Naim)

Diversos informes sobre el cambio climático aseguran que de no actuar con rapidez, las pérdidas podrían alcanzar hasta el 20% de PIB mundial anual de manera indefinida.

Según el especialista Stefan Rahmstorf , jefe de Análisis del Sistema Terrestre en el Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam: “La única forma de estabilizar el clima del planeta es abandonar los combustibles fósiles lo más rápido posible y alcanzar cero emisiones de CO2. Lo que más me preocupa es el tipo de climas extremos, ya sea con colapso o no de la AMOC (Circulación de retorno Meridional del Atlántico, que desde la punta de Sudáfrica hasta la costa de Noruega transporta una cantidad de calor que corresponde aproximadamente 50 veces la energía total utilizada por los humanos) que puede desestabilizar a nuestras sociedaddes. Están aumentando tanto las sequías como las precipitaciones extremas. Esto puede conducir a un declive económico o un aumento de populistas que prometen soluciones fáciles, que por supuesto no funcionan. Me preocupa si nosotros, como sociedad humana, realmente podemos afrontar bien una desestabilización tan importante del clima”.

Corolario

La Argentina necesita recuperar la sensatez y generar espacios donde las diferencias ideológicas no sean una trinchera, sino un punto de partida para el debate constructivo. Participar en las COP no significa ni consentir ni apoyar todo lo que allí se discute. Habría que proponer cambios en la agenda y también en la periodicidad de las reuniones. La delegación debería ser mínima y capacitada. El país podría hacer reclamos por los daños climáticos que están ocurriendo en nuestro territorio. También solicitar un beneficio climático de compensación por realizar ganadería regenerativa y forestación de reposición. Para los institutos y facultades que llevan programas sobre el tema y los profesionales que las realizan es importante continuar institucionalmente con la vinculación internacional.

La guerra es un asunto demasiado serio para dejarla en manos de los militares decía Georges Clemenceau. El cambio climático es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los políticos.

CABA 17 FEBRERO 2025

www.cadia.com.ar cadia2014@gmail.com

Todas las profesiones agrarias en un lugar

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