Argentina enfrenta, como el resto de la humanidad, una nueva advertencia que la naturaleza le ha infligido: la crisis política y económica. A pesar de hoy ubicarse muy cercana al subdesarrollo económico, contrario sensu, aparece con muchas ventajas comparativas que deberían poder ser transformadas en competitivas mediante una estrategia que nos permita redinamizar los procesos productivos.
A esta altura de los acontecimientos, hemos aprendido que la mayoría de los problemas que enfrentamos son de índole muy compleja, que en la mayoría de los casos requieren de enfoques multidisciplinarios y no podrán ser encarados con las mismas herramientas utilizadas hasta ahora. Problemas multiobjetivo donde nunca será posible la maximización absoluta de alguno de ellos, pero si permitirá la búsqueda y resolución de una salida armónica que pudiere impactar favorablemente en el bienestar general, inexorablemente sustentado en lo productovo.
Un ejemplo de ello, es el cómo apoyar la producción sin contar con los recursos necesarios en las arcas oficiales para incentivarla vía el crédito. Todos ya sabemos que “no hay plata”, pero si los bancos ya no le tienen que prestar al Estado para cubrir el déficit se podrían generar nuevos canales de acceso al crédito privado.
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