Los cambios y modificaciones que surgieron en los últimos años dentro del sector agropecuario de nuestro país marcaron fuertemente la dinámica productiva del mismo y generaron notables transformaciones en el contexto del mercado de trabajo agrario, con particulares alteraciones en las demandas y requerimientos de mano de obra rural. Se ha ido dando paso gradualmente a cambios en las formas de contrato, prevaleciendo el trabajo temporario por sobre el permanente.
Dicha tendencia creciente hacia la contratación de trabajo temporario se debería, no tanto a la característica de estacionalidad de la producción agrícola, sino que podría ser explicada por las estrategias empresariales que buscan minimizar el número de trabajadores permanentes, sustituyéndolos por trabajadores temporarios con la finalidad de esta de reducir sus costos de mano de obra (Neiman 2012).
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