Agricultura Continua – Siembra Directa “DESPUÉS DE 35 AÑOS: LO POSITIVO Y LO NEGATIVO”

Casi como un principio filosófico deberíamos siempre recordar que en todo éxito rotundo suelen soslayarse el análisis y la prevención de las eventuales externalidades negativas que pudieren generarse como efectos colaterales. Eso es exactamente lo que ocurrió con la Agricultura Continua (AC) y su hermana dilecta la Siembra Directa (SD).

Ese par de conceptos generaron un nuevo paradigma productivo en el mundo, pero principalmente en nuestro país. Parece que fuera ayer cuando hace cuarenta años, en los prolegómenos de esa nueva revolú- ción tecnológica, la soja era un cultivo, bastante costoso, que se hacía principalmente para poder con una máquina de sogas embebidas en Round Up (único glifosato en el mercado) limpiar los campos de Sorgo de Alepo de rizoma.

A partir de la liberación al medio de la primera Soja RR (1996), el cultivo se transforma en el más competitivo en costos y desencadena una serie de eventos que llevan a buscar la AC y la tecnología que aparece para hacerlo posible es la SD. Ya no era necesario para controlar malezas en soja dar vuelta la tierra para incorporar los herbicidas pre siembra. Ante la inminencia de dicha liberación, por lo sucedido ya en Estados Unidos, media década antes se comenzaba a impulsar la importancia de cambiar la tecnología de labranza tradicional hacia esquemas aparentemente más conservacionistas como la labranza vertical, la mínima labranza y la siembra directa.

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